viernes, 13 de enero de 2012

Mi abuela, en camisa de dormir, se introdujo en la cama de su
marido y puso la cabeza en su pecho, tal como habían dormido
siempre. De pie al otro lado de la cama de mi Popo, me recliné
también en su pecho, antes era fuerte y ancho y alcanzaba
para las dos, pero ya apenas latía. La respiración de mi Popo se
había vuelto imperceptible y por unos instantes muy lardos pare-
ció que había cesado por completo, pero de pronto abrió los ojos,
paseó su mirada sobre mi papá y Susan, que lo rodeaban llorando
sin ruido, levantó con esfuerzo su mano grande y la apoyó en mi
cabeza. "Cuando encuentre el planeta, le pondré tu nombre,
Maya", fue lo último que dijo.

1 comentario:

  1. que bonito, jo yo tambien quiero un planeta y poder visitarlo para que no este solo.
    besete amor

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