Cada mañana, cuando tu mente todavía esté vacía, dedícale un poco de tiempo a lo Divino. El aire contiene una fuerza cósmica que cada cultura llama de una manera diferente, pero eso no tiene importancia. Lo importante es hacer lo que te estoy diciendo ahora. Inspira hondo y pide que todas las bendiciones que están en el aire entren en tu cuerpo y se dispersen por cada célula. Espira lentamente, proyectando mucha alegría y mucha paz a tu alrededor. Repite lo mismo diez veces. Te estarás curando a ti misma y contribuyendo a curar el mundo.