lunes, 22 de agosto de 2011
Ahh! Sentarse en el porche, en un banco de madera con un cafelito caliente mientras el aire hace el calor menos pesado y tu pareja a tu lado solo se puede describir de una manera: tranquilidad. Me encanta esa sensación lejos del centro de la ciudad donde el único ruido que escuchas son las cabras que pasan por el camino. Un sorbo al café y a jugar con unos animalitos graciosos y pequeños, persiguen la cuerda, saltan, se chocan, se muerden, huyen... Pero lo mejor de todo es tocarlos, podría pasarme horas acariciando a esos gatos. Vuelta al banco de madera mientras mi pareja me abraza mirando como juegan entre ellos. Así pasan los fines de semana: tranquilos, relajantes.
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